¿Te has agachado a coger algo y ya no has podido levantare o moverte en varios días? Aunque cada caso debe ser estudiado personalmente, existen muchas probabilidades de que estés padeciendo un síntoma de lo que se conoce comúnmente como “lumbago”. El lumbago, también llamado dolor lumbar o lumbalgia, es un padecimiento que se caracteriza principalmente por experimentar un fuerte dolor en la región baja de la espalda, específicamente en la zona lumbar. Dependiendo de la persona y de sus condiciones, este dolor puede ser agudo o crónico y variar en intensidad llegando a ser casi insoportable en los casos más graves. Se trata de una de las dolencias más comunes entre la población actual. Según una noticia del periódico El País, más de 600 millones de personas sufren lumbago, considerándose la primera causa de discapacidad en el mundo.
¿Sabes por qué se produce? Te lo contamos
El lumbago puede encontrar su origen en distintas causas. Normalmente aparece como resultado de una lesión, la cual puede variar de una distención muscular a un esguince de los ligamentos en la zona lumbar. Acciones tan comunes como la práctica de actividades físicas intensas; levantar objetos pesados de forma incorrecta; realizar movimientos bruscos; o mantener una postura inapropiada durante largos períodos de tiempo, como sentarse de forma encorvada o inclinarse hacia adelante, pueden ejercer tensión y estrés adicional en la columna lumbar y generar lesiones. Por otro lado, también es frecuente que esté relacionado con afecciones en la columna vertebral, como hernias discales, degeneración de los discos intervertebrales, estenosis espinal (estrechamiento del canal espinal) o espondilolistesis (deslizamiento de una vértebra sobre otra). Asimismo, en ocasiones el lumbago aparece debido a una acumulación de estrés o tensión emocional.
¿Qué puedo hacer para evitar padecerlo?
Lamentablemente no hay un remedio infalible para evitar el lumbago, pero sí que se puede prevenir en cierta medida. Los especialistas recomiendan, entre otras cosas, evitar el sedentarismo, practicar ejercicio de forma regular, y fortalecer los músculos. También es importante tener una buena postura, tanto de pie como sentada y, a la hora de levantar objetos, debes hacerlo con todo el cuerpo, flexionando las piernas y manteniendo la espalda recta. Como hemos comentado, en ocasiones el lumbago surge debido a una acumulación de estrés, así que aprender a gestionar mejor tus preocupaciones y tu salud emocional, pueden considerarse acciones preventivas.
¿Debo ir al médico si me ocurre?
En general, el lumbago no se considera algo peligroso, aunque sí muy molesto. En la mayoría de los casos, los pacientes experimentan una mejoría con el tiempo, sobre todo si lo acompañan del tratamiento adecuado. Sin embargo, en algunas personas puede estar asociado con afecciones más graves. Las situaciones en las que se debe buscar atención médica por dolor lumbar pueden variar dependiendo de la persona, pero, si el dolor es demasiado intenso y está limitando el desarrollo normal de tu día a día, lo mejor es que acudas al médico, tanto para que te recete algún medicamento calmante, como para evaluar la gravedad de tu situación y descartar enfermedades más graves. También es aconsejable ir a un especialista cuando el dolor lumbar viene acompañado de otras dificultades como la pérdida del control de la vejiga o los intestinos; la debilidad de las piernas; o la fiebre. En estos casos, podría estar relacionado con una afección de la médula espinal u otras condiciones médicas.
¿Cómo puedo curarme?
Si estás padeciendo lumbago: mucho ánimo. Si todavía no te puedes mover, lo único que puedes hacer es descansar. No te fuerces, ya que podrías empeorar la situación. Descansa en una posición cómoda que alivie la presión de la zona lumbar y utiliza almohadas de apoyo para reducir el peso en la columna ¡Eso sí! debes evitar permanecer mucho rato en la misma postura. Procura moverte despacio cada cierto tiempo, estirando en la medida de lo posible o caminando por la casa. Otra opción para calmar el dolor es aplicar compresas o bolsas de agua caliente, ya que alivian la tensión muscular y, en su caso, puedes probar con compresas frías o bolsas de hielo envueltas en un paño para reducir la inflamación. Si te duele mucho, toma analgésicos de venta libre como el paracetamol o el ibuprofeno, los cuales ayudan a aliviar el dolor y reducir la inflamación y, si necesitas algo más fuerte, como hemos comentado, lo mejor es que acudas a tu médico y sigas sus instrucciones.
Cuando hayas pasado el dolor más intenso y ya puedas moverte algo mejor, es importante que tengas una buena rehabilitación. Es muy recomendable que asistas a algún tipo de terapia física. En este caso, las posibilidades son muy variadas. Existe la terapia manual, con masajes, movilización de articulaciones y estiramientos que sirven para aliviar el dolor y mejorar la función de la espalda, pero también hay otros tipos de rehabilitación más específicos, como la terapia inductiva de alta potencia, que nos definen los expertos de Centro Avance, especializados en el tratamiento de estas dolencias, como “una terapia no invasiva e indolora que consiste en la aplicación de campos electromagnéticos de alta intensidad para la estimulación de células, tejidos y huesos dañados y mejorar su función celular” de esta manera, “las ondas electromagnéticas producidas permiten mejorar los tejidos acelerando su recuperación, activando la circulación sanguínea y mejorando el tono muscular”.
Recuerda que cada caso debe tratarse individualmente y su rehabilitación variará dependiendo de las circunstancias de cada persona. Acude a un especialista que estudie tus condiciones y haz caso a sus recomendaciones, pero recuerda que, en la mayoría de las ocasiones, suele remitir a los pocos días, así que relájate y disfruta de tu recuperación.