No soy de esas personas que les gusta contar su vida en público. Basta con decir que no tengo ni redes sociales, con esto está todo dicho. Sin embargo, sí soy de esas personas a las que les gusta el trato directo con otra persona. Me gusta mirar a la cara de la otra persona, mejor dicho a los ojos, y contarle lo que estoy pasando o por lo que he pasado. Soy de esa generación.
Por eso, siempre que me ha pasado algo importante en mi vida, no he dudado en contarlo, eso sí, nada de fotos, nada de redes, lo que hago es quedar con esa persona y contárselo. En este caso, aprovecho este blog para poder contar mi historia por si le puede servir de ayuda a alguien que esté pasando por lo mismo.
Creo que siempre he vivido con prisa. Ese es mi problema. A mis 42 años, es cierto que en el trabajo no me iba nada mal, incluso había logrado un ascenso, pero mi vida personal era un caos. Vivía de unas relaciones superficiales, con un estrés constante y una sensación de vacío que ni el dinero que tenía en la cuenta corriente me llenaba. ¿Qué me pasaba? Pues la verdad es que no lo sabía.
Hasta que un día, por recomendación de un amigo, decidí asistir a un retiro de meditación y tantra. No sabía exactamente en qué me estaba metiendo, pero algo me decía que todo iba a ir bien. Es cierto que como me indicaron cuando llegue allí hay mucho desconocimiento sobre este tema, por eso hay muchas dudas y incluso se dicen algunas barbaridades.
Pues bien y os lo digo de corazón, en mi retiro de Tantra es viví cosas importantes. Empecé con una meditación y una escucha interna que iba enriqueciendo la presencia en mi y en mi vida. “Estamos hablando de la manera de conectar con el corazón. Lejos de la visión más simplista que solo ve la parte sexual, caminas hacia la quietud, el silencio y el corazón, conectando con cada una de las personas y seres que te rodean en tu vida”, me comentó Prem Sambhavo, experto en retiros de silencio en la naturaleza.
Y sí, eso que siempre se dice que se busca el sentido de la vida, pues así se puede encontrar. Con el tantra, aprendí a conectarme con mi cuerpo de una manera que jamás había experimentado y que no pensaba que fuera posible. Descubrí que la verdadera intimidad no estaba en la cantidad de experiencias, sino en la profundidad con la que vivía cada una. Algo que parece complicado, pero es tan simple como decir, aprovecha y disfruta de este momento, chaval.
Por primera vez, sentí lo que era estar presente, respirar conscientemente y sentir el contacto con otra persona sin prisas ni expectativas. En ese momento recordaba todos los malos ratos que había pasado por mi trabajo, o mi exceso de trabajo, y sobre todo, lo que echaba de menos estar en contacto con otras personas. Y es que, aunque no tenga redes sociales, soy consciente del tiempo que perdemos ante una pantalla, ya sea móvil o de televisión.
Retiro de Silencio
También recomiendo el Retiro de Silencio porque es una invitación a adentrarte en tu interior, allí donde solo tú puedes descansar y acogerte. Fueron unos días para conectar y sentir, con espacio para meditar, conectar con la naturaleza con preciosos paseos, cuidar tu cuerpo con una alimentación rica, sana y cuidada. Y es que esto es tan simple, como disfrutar de la vida y sentirte lleno de más vida aún.
Los días fueron pasando, y ya empecé a verme diferente en el espejo. MIs ojos reflejaban una paz que nunca había tenido. Al final del retiro, sentí que algo en nuevo en mi interior había cambiado.
Regresé a mi ciudad, pero yo ya no era el mismo, lo tengo claro. Desde el primer momento dejé de pensar solo en el trabajo y comencé a disfrutar de los pequeños momentos. Algo que es tan sencillo, pero que nunca nos pasamos a analizar. Y sí, mis relaciones mejoraron, ya no me basaban en la necesidad sino en la autenticidad. Y es que si algo puede decir es que fui auténtico durante esos días.
Con esta historia pretendo ayudar a esa persona que se ve en un túnel. Desde que estoy en estas terapias siento que la verdadera transformación no está en lo externo, sino en la manera en que él se relacionaba con la vida.
