Dicen que un dolor de muelas es muchísimo peor que una migraña, y, a estas alturas de mi vida, donde he sufrido tantos dolores en los dientes, no puedo estar más de acuerdo.
De hecho, mi esposo, que sufre migraña muchísimas veces, me ha dicho alguna que otra vez que prefiere una migraña a un dolor de muelas, ¡y, viniendo de una persona que sufre migrañas a menudo, ya es decir muchísimo!
Hoy, por lo tanto, vamos a explicártelo todo sobre la gingivitis y, con ella, vamos a darte una serie de consejos para poder prevenir la gingivitis (y, si por desgracia ya la padeces, para que puedas dejar de sentir ese dolor tan intenso que te trae de cabeza).
La gingivitis es más común de lo que te imaginas
Antes que nada, has de saber que es la enfermedad más frecuente en todas las bocas del mundo: de hecho, casi el 100% de la población ha padecido, alguna vez en su vida, gingivitis. Por lo tanto, ya conocemos mucho sobre ella y tenemos muchas formas de prevenirla y de tratarla cuando nos achaca, porque es, precisamente, más común de lo que parece.
Claro que, por supuesto, esto no quiere decir que tengamos que ignorarla. Saber todo sobre ella puede ayudarnos, por supuesto, a no sufrir esta enfermedad y, en casos extremos, a no perder un diente por no habernos cuidado como teníamos que hacerlo.
¿Qué es exactamente la gingivitis?
Pertenece al conjunto de “enfermedades periodontales”, es decir, a los trastornos que afectan específicamente a los tejidos que sostienen los dientes (o sea, las encías). Esto quiere decir que, si permitimos que la enfermedad avance sin otorgarle el tratamiento que necesita, estos tejidos pueden llegar a deteriorarse tanto que podría llegar a significar la pérdida total e irreparable del diente que está sosteniendo. ¡Perderíamos la pieza dental!
Todo lo que, en medicina, termine en “-itis” significa lo mismo: indica que existe una inflamación o una infección. En este caso, una inflamación o infección de la encía. En consecuencia, las bacterias que están asentadas en las encías se acumulan en los dientes y encías y forman lo que se conoce, comúnmente, como placa dental. Cuando existe gingivitis, vas a apreciar enrojecimiento, inflamación y sangrado cuando te laves los dientes. Si ves algunos de estos síntomas, ve al dentista: es posible que tengas gingivitis.
No pienses que por ser joven o por tener una avanzada edad te vas a librar de padecer esto, porque la gingivitis no conoce edad: puede afectar a cualquier grupo de edad. Pero, por supuesto, es completamente reversible si se pilla a tiempo (y evitar, así, la pérdida del diente).
Has de saber que, si no se pilla a tiempo, puede derivar en enfermedades más graves, como la periodontitis (conocida como piorrea).
¿Cómo se origina la gingivitis?
¿Sabes que está completa y absolutamente demostrado que la mayoría de nosotros no nos sabemos lavar los dientes como es debido para mantener una correcta salud dental? ¿Y sabes que la causa principal de las caries y de la gingivitis es, por excelencia, un mal cepillado de dientes (o no lavarse los dientes, directamente)?
Nuestra boca está llena de bacterias, esto es indiscutible. Algunas son buenas y necesarias para nuestro organismo, pero otras solo buscan nuestra perdición. Por lo tanto, si dejamos alimentos para ellas, estamos favoreciendo su proliferación y perjudicando gravemente nuestra salud.
Cuando la comida se queda entre los dientes y no nos los lavamos, las bacterias tienen un festín, un bufet libre donde poder alimentarse bien a gusto. El problema es que no solo se alimentan de la comida restante… ¡sino de nuestros propios dientes! Cuando por pereza o falta de hábito permitimos que las bacterias campen a sus anchas,
También existe otra serie de posibilidades que no tienen nada que ver con el cepillado dental que puede favorecer la aparición de caries y gingivitis. Muchas veces, que padezcamos otra serie de enfermedades favorece la aparición, por desgracia, de gingivitis.
Hablamos, por ejemplo:
- Infecciones o enfermedades sistémicas.
- Cambios hormonales producidos por el embarazo.
- La diabetes no controlada.
- Uso de ciertos medicamentos (como las píldoras anticonceptivas).
- Los dientes mal alineados o los aparatos dentales mal colocados o contaminados.
- Entre otras.
¿Cuáles son los síntomas específicos de esta enfermedad?
Si todavía no está lo suficientemente avanzada y está en sus comienzos, es probable que no experimentes ningún síntoma que delate su existencia. Pero has de tener en cuenta cuáles son sus síntomas más comunes para que, si empiezas a experimentarlos, acudas de inmediato al dentista para que no vaya a más:
- Encías hinchadas con apariencia rosa oscuro, rojo brillante o púrpura. Son aspectos poco comunes, por lo que son fáciles de distinguir.
- Encías blandas que pueden ser dolorosas al tacto. Otro factor fácil de distinguir, porque te dolerá incluso cuando no te estés lavando los dientes.
- Sangrado durante el cepillado o mientras haces uso del hilo dental. Muchas veces sangramos cuando nos lavamos los dientes porque hemos sido muy brutos, no por gingivitis. Sin embargo, no está de más tenerlo en cuenta y revisarlo, solo por si acaso.
- Mal aliento o halitosis producida por la acumulación de placa dental. Muchas de las personas que, cuando nos hablan de cerca, tienen mal aliento, es, precisamente, por esta enfermedad. Si tú eres uno de esos casos, revísatelo en el dentista.
- Encías retraídas (que se suben y dejan expuesta la raíz). Es algo poco común y que impresiona mucho, porque parece que se te va a caer el diente de un momento a otro. Y lo cierto es que, si no te ocupas de esa encía retráctil a tiempo… es posible que suceda.
Consejos para prevenir la gingivitis
Desde el Centro de Innovación Odontológica – Arturo Soria nos recuerdan que no tenemos que esperar a padecer la enfermedad para tratarla. Muchas veces, la prevención de la salud (en este caso, de padecer gingivitis) es mucho más importante que tratarla tras su aparición.
Una vez tus encías se han contaminado con esta enfermedad, es muy difícil no sanarlas a no ser que acudas al dentista. Por lo tanto, vamos a darte algunos consejos para evitar que aparezca:
- Lo primero y más importante de todo es que te laves los dientes y te pases el hilo dental. Si, desde que somos niños, se nos inculta que hemos de lavarnos los dientes tras cada comida, automáticamente eliminamos la comida de entre los dientes y no le damos a las bacterias de nuestra boca la oportunidad de reproducirse. Por lo tanto, lo mejor es la prevención: ¡lávate los dientes a menudo!
- Usa el cepillo adecuado para tus dientes. ¿Sabes que los cepillos eléctricos y recargables son mucho más eficaces para recudir la plaza y la inflamación gingival que los cepillos dentales manuales? Las personas que usan los eléctricos tienen menos posibilidades de padecer caries y gingivitis. A pesar de ello, no está completa y absolutamente comprobado que esto sea así, pero es un factor a tener muy en cuenta.
- Lávate los dientes de la forma adecuada. Cepilla cada cuarto de la boca unos 30 segundos. El cepillado de dientes ha de durar, para que sea lo más eficaz posible, al menos dos minutos. Puede parecer que dos minutos para lavarse los dientes es muchísimo tiempo… ¡pero la realidad es que no es nada! Dos minutos de tu vida para lavarte los dientes es lo que tardas en levantarte y enjuagarte la cara. Si no quieres perder tus dientes o sentir un dolor horroroso en dientes y encías, lávalos correctamente, con el cepillo adecuado y de la forma adecuada.
- Usa colutorio o enjuague bucal. Se usan tras el lavado de dientes, y se usan específicamente para acabar con el resto de bacterias que se han quedado en tus dientes y no se han esfumado con el cepillo. Con un locutorio, eliminarás todas las bacterias sobrantes y dejarás tu boca muchísimo más limpia que solo con el cepillo de dientes.
- Elimina los mayores enemigos de tu boca: tabaco, alcohol y azúcar. ¿Sabes que estos elementos tan nocivos amarillean y favorecen la aparición de placas y de caries en tus dientes? Si estamos lavándonos los dientes a conciencia para no padecer estas enfermedades, otro elemento clave es que bajemos el consumo de estas sustancias que pueden perjudicarnos en exceso. NO te digo que los elimines, pero sí que los consumas en menor cantidad.
- No te automediques: ¡ve al dentista! El dolor y el miedo al dentista, en unión y en armonía, puede llegar a ser muy peligroso. Y es que, a pesar de que te acabo de explicar todas las causas y síntomas de la gingivitis, el sangrado de encía puede ser por varios factores. Por lo tanto, si deseas prevenir la gingivitis y empiezas a ver que tus dientes o encías de duelen y sangran… ¡no te automediques y consulta con un experto!
- Por último, el mejor consejo que te puedo dar: ¡revisa tus dientes una vez al año! Una revisión anual en el dentista (aunque no tengas nada) puede ayudarte a pillar a tiempo una enfermedad que está en sus orígenes. Y, lo que había sido una extracción y perdida dental, puede quedarse, tan solo, en antibióticos y limpieza.
Deja el miedo al dentista de lado y ve a verlo. ¡Ellos son quienes más pueden ayudarte!