El mono ha llegado para quedarse, y es que cada Verano anuncia ser una pieza indispensable en nuestro armario. Y es que, se trata de una pieza muy versátil que podemos usar tanto en invierno como en verano. El que empezó siendo principalmente una prenda inspirada en los uniformes mecánicos de fontaneros o electricistas está convirtiéndose en una prenda de culto. Se trata de una pieza minimalista e increíblemente versátil, además de irse innovando en nuevos diseños, el mono no defrauda y seduce a primera vista. No solo porque permita que nos vistamos en cuestión de segundos, sino también porque resulta muy cómoda y funcional.
Es la pieza ideal para ir a la oficina y usar a modo de uniforme de trabajo con un zapato plano y un bolso XL, a la vez que al ponerlo con unos tacones y cartera de noche lo convertimos en el look ideal para salir a cenar o a un evento más exclusivo.
Por estas caracterísitcas, el mono se convierte en todo un clásico como prenda de entretiempo, puesto que resulta favorecer tanto para un estilismo de día como de noche.
La estética de los 70 nunca muere y son muchos los diseños de monos para el verano que reinterpretan las tendencias de esta época para conseguir modelos perfectos para la época estival.
La Historia detrás del Mono
A principios del siglo XX Ernesto Thayaht comienza a diseñar su obra más famosa “La Tuta”, que se convertiría en la ropa más famosa del momento. Pronto se popularizó y el mono se convirtió en una prenda accesible para todo el mundo.
Se entendió como una pieza indispensable como fondo de armario, y se adoptó como moda para la sociedad Florentina de la época.
En inglés se conoce a esta prenda como “Jumpsuit” y la palabra se usó por primera vez en el periódico “Sunday” en 1928.
Con esta palabra estamos definiendo una prenda que comprende de una sola pieza, el cuerpo y los pantalones.
Al principio, era sobretodo usado en entornos de trabajo por su gran comodidad, y más adelante, en la década de los 20 se empezaron a emplear como atuendo femenino.
Muy apropiado también como ropa de playa o para estar por casa, prenda siempre vincualada a las mujeres emancipadas y más liberales.
Fue hasta que Chanel diseña los pirmeros pantalones marineros acampanados, en la década de los 30 que el mono-pantalón empezó a tener más popularidad entre las mujeres, sobre todo aquellas que lo consideraban un símbolo de independencia y un look más informal.
Durante la Segunda Guerra Mundial se empezó a utilizar, por parte de las mujeres, como prenda para vestir en las fábricas.
En los 70 se avanzó mucho en cuanto a los diseños para esta pieza, desde la aplicación de todo tipo de tejidos como terciopelo, lúrez, así como tejidos brillantes, el mono empezó a convertirse en toda una prenda de culto.
No es de extrañar que cada vez más tiendas cuenten con una sección específica para monos y muchas tiendas online demanden a mayoristas como HHG, una línea de monos tanto de invierno como de verano.
El mono es tendencia y más en verano, prenda perfecta para vestir en situaciones informales y también, al saber sacar partido de los estilismos, podemos adaptarlo a acontecimientos más exclusivos y elegantes.
Una de las prendas indispensables con nuestro mono es una blazer que es la chaqueta que mejor le sienta al mono.
Los accesorios adecuados también ayudarán a darle ese toque que complete nuestro look. Es cierto que el mono es una prenda con personalidad propia, pero podemos darle ese toque diferente al añadirle unas joyas, un cinturón o algún collar o brazalete.
Esto dependerá de nuestra personalidad y del toque que queramos darle. No es lo mismo si queremos un look más clásico o más rompedor. En función de lo que queramos expresar seán más apropiados unos accesorios que otros.
Los collares y pendientes largos son perfectos para monos lisos. En el caso de los monos estampados lo mejor es optar por accesorios más sencillos que no recarguen el look, como unos brazaletes o unos pendientes discretos.
Aquellos monos más holgados quedarán más favorecedores en la silueta femenina si marcamos el contorno con un buen cinturón. Si no, puede dar la sensación de que somos más anchas de lo que somos en realidad y no estaremos sacando el máximo partido a nuestro cuerpo.